Durante sus vacaciones en Brasil, Lamine Yamal, futbolista de 17 años del FC Barcelona, ha dado un giro inesperado: se ha iniciado en el surf de la mano del tricampeón mundial Gabriel Medina. La escena tuvo lugar en el Beyond The Club de São Paulo, donde aparecieron en redes posando con tabla y neopreno, confirmando que el joven extremo ya ha comenzado sus primeras lecciones de surf.
En la publicación, Medina lo bautizó como “el nuevo surfista en la ciudad”, mientras Yamal bromeaba: “Tragué toda el agua”—una frase que refleja su entusiasmo y garantías de más progreso pronto.
Encuentro inesperado: fútbol y surf
Aunque fue entrenado en La Masía y con un verano ocupado entre Italia y Brasil, Yamal encontró en Medina una conexión real con el surf. El brasileño, gran amigo de Neymar y figura habitual en Barcelona durante la etapa del crack en el club, se ha convertido en anfitrión y guía, enseñando a Yamal las bases del deporte de deslizamiento al mar.
Maestro de lujo para Yamal
Gabriel Medina es uno de los surfistas más icónicos del circuito internacional. Con tres títulos mundiales (2014, 2018, 2021), medalla de bronce en Tokio 2020, y parte de la historia al ser uno de los pioneros en realizar un backflip en competición, Medina es referente global del surfing.
Además, es embajador de la piscina de olas donde enseñó a Yamal, lo que añade un matiz de retorno a la comunidad surfista.
El verano en las redes y la conexión fútbol-action sports
El encuentro Yamal–Medina se dio a conocer gracias a una activa presencia en redes. Medina lo pasó en Instagram como “crack” y Yamal lo refrendó con su divertida frase. Imágenes también lo mostraron en la NBA House de São Paulo, antes de las sesiones en el agua, y disfrutando del momento sin rehuir el foco mediático.
Este inesperado crossover entre una estrella del fútbol y un campeón del surf evidencia cómo los deportes de acción ofrecen nuevos horizontes de aprendizaje y cultura atlética a figuras jóvenes como Yamal. Es también una muestra del vínculo natural que une deportes extremos con la frescura, creatividad y energía de la Generación Z.
Una lección más allá del césped: la ola no se frena y la actitud tampoco.
