El pasado domingo, 25 de mayo de 2025, un centenar de personas, en su mayoría surfistas, se congregaron en Playa Honda, en el municipio turístico de Arona, al sur de Tenerife, para protestar contra los vertidos contaminantes al mar y alertar sobre el grave deterioro de la calidad del agua, una situación que, denuncian, amenaza tanto la salud pública como el equilibrio ecológico del litoral.
Una protesta simbólica y contundente
La manifestación fue organizada por la Asociación Tinerfeña de Amigos de la Naturaleza (ATAN) y el colectivo de surfistas Alianza Local. Los participantes se reunieron en la playa con pancartas de denuncia y llevaron a cabo un “paddle out”, una forma simbólica de protesta propia del mundo del surf que consiste en formar un círculo en el agua.
Durante el acto, los organizadores leyeron un manifiesto en el que reclamaron la implantación de “protocolos seguros, eficaces y transparentes” para el control de las aguas residuales. Señalaron su hartazgo ante la constante degradación de las playas, de la que dicen ser testigos directos.
Denuncias de contaminación y falta de acción
Los manifestantes detallaron que frecuentemente encuentran residuos como toallitas, tampones y otros desechos sanitarios en la orilla, además de olores inusuales, presencia de productos químicos, manchas en el agua e incluso brotes simultáneos de enfermedades entre bañistas y deportistas, lo que evidencia, a su juicio, fallos graves en el sistema de saneamiento.
Asimismo, criticaron la falta de actuación por parte de las autoridades ante estos riesgos. En palabras de los propios manifestantes:
“No se cierran las playas cuando hay contaminación, no se informa adecuadamente a la población y no existen garantías ni protocolos claros ante vertidos o fallos en la depuración”
Exigencias claras y directas
Ante esta situación, los colectivos exigen que se realicen análisis frecuentes y detallados de la calidad del agua, cuyos resultados deben comunicarse de forma clara y accesible. También reclaman la modernización del sistema de tratamiento de aguas y que se depuren responsabilidades tanto políticas como técnicas por las deficiencias actuales.
Los organizadores fueron claros en su explicación:
“El mar no es un vertedero donde podamos desechar residuos sin límites ni control. Las playas no deberían ser zonas de riesgo para la salud de la gente y nuestra salud tiene que ser una prioridad para quienes gobiernan”